sábado, 26 de abril de 2008

CERRO POTOSI II (EL MONSTRUO RESUCITA)

Seguidamente transcribo un artículo publicado por Nicolás G. Recoaro - En diario Renacer: www.renacerbol.com.ar; es muy interesante conocer la realidad de Potosi en estos años.
"Son las siete de la mañana y cientos de mineros esperan encontrar un lugar en los camiones que se estacionan sobre El Surco. El frío es durísimo a ésta hora de la mañana, el termómetro debe marcar menos cero y los charcos congelados sobre la ruta dejan vestigios de la helada nocturna.”Hay que estarse antes para encontrar campo en las movilidades, somos hartos mineros los que queremos subir a trabajar”, me explica Jorge Flores, un minero novato que ya lleva cuatro meses bajando a los socavones potosinos. Jorge es uno de los cientos de migrantes paceños y orureños que han llegado en los últimos tiempos a la ciudad, para conseguir trabajo en la mina. “Es que en Bolivia hay harto problema de trabajo y aquí el jornal se paga el doble que en La Paz”, me cuenta Jorge antes de saltar sobre el acoplado de una camioneta que lo llevará a su trabajo en la mina La Plata.
Potosí vive por estos días su segundo auge minero. La suba en los precios internacionales del zinc y el estaño (ya de la famosa plata ni se habla) produjo una fuerte reactivación en las principales empresas mineras que explotan el legendario Cerro Rico. “La ciudad vive un incremento de su actividad económica del orden del 12 % anual”, reflexiona el licenciado Ricardo González Alba, Oficial Mayor de Desarrollo Económico de la Municipalidad de Potosí, desde su oficina ubicada en el histórico campanario de la Compañía de Jesús, en pleno centro potosino. “Los jornales son de casi el doble que en cualquier otro departamento. Un perforador puede llegar a ganar más de 400 bolivianos por día”, explica González Alba. Las cifras se multiplican o triplican si hablamos de los verdaderos dueños de las minas y la inflación de la ciudad también. “Usted puede ver autos importados mejores que en Santa Cruz”, me explica Iván, un vendedor de encendedores del centro potosino. Las 4x4 de la aristocracia minera surcan la ex Villa Imperial, la ostentación de las Iglesias, los lupanares y calles bañadas de plata de la época de la conquista parecen metamorfosearse en estos tiempos de autos y DVD´s japoneses.
Sin embargo, las condiciones de trabajo y seguridad de los trabajadores mineros no han mejorado en lo más mínimo. Los camiones anuncian su partida con bocinazos y se pierden en las rutas que ascienden a las diferentes minas. La exuberancia del Cerro Rico asusta hasta al más valiente. Los mineros cargan su equipo y se preparan para ingresar al vientre del cerro. Miro la montaña e imagino los miles de mineros escarbando las entrañas de la montaña. La procesión va por dentro, dice el dicho popular; las penas se dibujan en las caras de miles de hombres que no tienen la certeza si ese día van a retornar a sus hogares. “Tengo 42 años de minero. Es mucho sufrimiento el trabajo en la mina. Hay que tener riesgo y cuidado, por los accidentes. Los carros y la dinamita, harto peligroso es el trabajo. Hay que matarse para que los hijos y las wuawuas estudien”, me cuenta Juan Condori, un minero de arrugas tatuadas en el rostro y gorrito del Che Guevara.
En el mercado del Calvario, centro neurálgico de las compras mineras, María vende jugos de quinua y manzana como desayuno vitamínico para los trabajadores del cerro. Las bolsas con coca provenientes de las Yungas y El Chapare se acumulan en varios puestitos del mercado. “La bolsita a tres bolivianos, el cigarro a un pesito y alcohol a tres”, explica Hortensia, una casera con más de treinta años de experiencia como vendedora. “Se vende harto más que hace unos años. El minero tiene buen jornal”, me dice antes de convidarme con un cigarrito que combina tabaco con anís. A pocos metros, en la puerta de un local, varios turistas extranjeros, disfrazados con cascos e impermeables, se preparan para vivir una “experiencia única e irrepetible” (según reza la propaganda de la agencia de viajes): un descenso dantesco hasta los interiores del Cerro Rico. Un paseo cargado de morbo que se vanagloria de poder compartir, aunque sea por unas pocas horas, las esclavistas condiciones laborales que viven los hombres y mujeres que cargan carretillas y perforan las profundidades de la montaña.
El viaje hasta la mina deja los cachetes helados de los que viajamos sobre el acoplado del camión. A mi lado, unos cinco chicos preparan sus lámparas eléctricas que los ayudarán en sus caminatas por los pasillos de las minas. “Estamos por las mañanas trabajando y después vamos a la escuela”, alcanza a decirme uno de los nenes antes de ingresar a trabajar a la bocamina. Los chicos que son explotados en la mina se calculan por miles en estos tiempos de ausencia estatal y reinado de las leyes de mercado. Los pibes trabajan desde los 14 años y la expectativa de vida de los mineros apenas supera los 40. “Hay pocos chicos que trabajan en la mina”, me explica un dirigente de la Cooperativa Unificada. A sus espaldas, los camiones en el Surco se cargan con niños menores de 18 años. “Los niños trabajan para mantener a la familia y no hay ninguna ley que lo prohíba. Debemos trabajar con el Gobierno Nacional y el Municipio para terminar con esto”, reflexiona el licenciado González Alba.
“La vida del minero es fregada”, me cuenta Marco Antonio mientras descansa pichando coca y fumando un cigarrito en su descanso fuera de la mina. “El jornal alto ayuda, pero el mal del minero (silicosis) o un accidente te terminan matando, ya tengo veinte años de minero y las condiciones del trabajo no mejoran. Estoy orgulloso de ser minero, es nuestra vida, la de toda la ciudad”, me cuenta Marco Antonio antes de que finalice su tiempo de reposo. Este cronista supo por la palabra de los mineros que el Cerro Rico y sus condiciones laborales se han cobrado más de 8 millones de humanos desde que comenzó su explotación en 1545.
El cementerio general de Potosí tiene dos panteones para los trabajadores mineros. El sol se oculta sobre los cerros que rodean la Villa Imperial. Unos rayos iluminan las imágenes y el cartel pintado sobre las paredes del lugar donde descansan los restos de los mineros: “Aquí yacen los hombres que entregaron sus pulmones por el bien de la humanidad”. El cerro que como hombres vivos sigue igual, matando y explotando; los patrones y las autoridades del gobierno siguen siendo sus principales cómplices."
Fuente: http://losodex.blogspot.com/

jueves, 24 de abril de 2008

POTOSI - CERRO DE PLATA

Potosí en quechua es Potojsi: "truena, revienta, hace explosión". Porque la historia del cerro no nace con la explotación de los españoles. Antes de la época de la conquista, el inca Huayna Cápac había deleitado sus ojos con el rojizo resplandor que se diferenciaba de las altas montañas. Sin embargo, en aquellos tiempos del inca, los magníficos metales no se arrancarían a la tierra sino para venerar a los dioses.
Cuentan las viejas historias que en cuanto los mineros indígenas clavaron las primitivas herramientas en los filones de plata, una voz en quechua brotó de las oscuras profundidades de la tierra con una profecía o una maldición: "No es para ustedes; Dios reserva estas riquezas para los que vienen del más allá". Evidentemente, "Los que vienen del más allá" no tardaron en llegar...Los "adelantados", los capitanes de la conquista española se sucedían unos a otros junto a los buscadores de tesoros. El cerro , con sus cinco mil metros por sobre el nivel del mar, servía para hacer fluir la riqueza. Entre el 1503 y el 1660 se sabe que llegaron al puerto de Sevilla unos 190 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América. Sin embargo, la Corona española estaba hipotecada: debía destinar por adelantado casi todos los cargamentos de plata a los banqueros, entre ellos a los Fugger, poderosisimos comerciantes que habían adelantado al Papa los fondos necesarios para terminar la catedral de San Pedro. Carlos V, el monarca español de mirada estúpida que había accedido al trono sin hablar una sola palabra castellana agotaba el tesoro de América en sus guerras religiosas. La "Santa Inquisición" privaría a España de hábiles artesanos, y así las cosas, moría la industria y hacia fines del 1700 la bancarrota española era total. Pero ésta, es otra historia. El siglo XVIII marca el principio del fin para aquella "economía de la plata" que había tenido como centro a la ciudad de Potosí. De su pasado esplendoroso, Bolivia sólo conserva ruinas de palacios, iglesias, y una estadística que nos habla de unos ocho millones de cadáveres de aborígenes. La más pequeña de las joyas que llevara un caballero engarzada en su escudo, valía mucho más de lo que ganaba un indígena en toda su vida de sometimiento a la "mita" ( situación de esclavitud del indio obligado a trabajar en las minas). Actualmente, Potosí es una ciudad pobre, llena de nostalgias y recuerdos de glorias pasadas donde el frío y las carencias la convierten en una herida sin cicatrizar, "una vena abierta de América Latina", al decir de Eduardo Galeano, el célebre escritor uruguayo. Porque desde las bocas de los cinco mil socavados que hicieron los españoles en el rico cerro Potosí se fue yendo su riqueza a través de los siglos para llenar las arcas de los extranjeros. Hasta el color rojizo que deslumbró a Huayna Cápac fue desapareciendo con las explosiones de dinamita que fueron haciendo descender la altura de su cumbre! Ya no queda plata ni llaves de plata pura para abrir las puertas del cielo en la ciudad del Potosí. ¿Quién sanará la herida abierta del hermano país latinoamericano?
(http://silvinademadrugada.spaces.live.com/Blog/cns!DF1CE7CC7F56B4B3!2031.entry)(Fuentes: "La ciudad única", de Jaime Molina; "Crónicas potosinas", de Vicente G. Quesada; "Las Venas abiertas de América Latina", de Eduardo Galeano)

miércoles, 23 de abril de 2008

amerik

Por el camino hasta perdimos el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y los cubanos ya habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes de que los peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth. Ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub -América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación. Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos (tonterias de Eduardo Galeano en "Las Venas Abiertas de América Latina", 1984)

crac!!!

Sentiste alguna vez lo que es tener
el corazón roto
Sentiste a los asuntos pendientes volver
hasta volverte muy loco

Non accontentarti di sopravvivere, devi pretendere di vivere in un mondo migliore, non soltanto sognarlo!