sábado, 20 de octubre de 2007

¿No me das el besito de las buenas noches?

Hasta mañana, si Dios quiere que descansen bien,
llegó la hora de acostarse y soñar también,
Porque mañana será otro día
y hay que vivirlo con alegría...

viernes, 19 de octubre de 2007

DIONISO, VINO Y JODA.(una dosis de mitología griega)


En la mitología griega, Dioniso o Dionisos (Διoνισo), era el dios del vino y el exceso, hijo de Zeus y de la mortal Sémele, hija de Cadmo. Según la leyenda, fue él quien enseñó a los hombres a cultivar la vid y a fabricar el vino. Como símbolo de su divinidad empuñaba el tirso, cetro cubierto de hojas de hiedra o vid, y se le asociaba simbólicamente al burro.
La fábula de su nacimiento cuenta que estando embarazada Sémele de seis meses, la celosa
Hera, esposa de Zeus, disfrazada de anciana la convenció para que pidiera a su amante que le mostrara su verdadera naturaleza. Al pedírselo a Zeus, sin embargo, éste se no accedió, negándole entonces ella sus favores en tanto no accediera. Zeus, lleno de ira, se transformó en rayo y consumió a su amante pero antes Hermes consiguió salvar al niño cosiéndolo al muslo de Zeus y asistió al parto al cabo de tres meses. Es por esta razón por la que se conoce a Dioniso como «el dios nacido dos veces».
Moría cada invierno y resucitaba en la primavera y con él renacían también los frutos de la tierra. Para celebrar esta resurrección se organizaban grandes fiestas de rituales orgiásticos que agradaban mucho al dios. Los actos eran muchos y variados y con el tiempo se incluyó también una competición de obras dramáticas cuya sede era la ciudad griega de
Atenas. Esta competición se llevaba a cabo durante cinco días en la primavera. Grandes dramaturgos griegos como Esquilo, Sófocles y Eurípides escribieron obras para estas fiestas que eran preservadas en el archivo del templo de Dioniso.
Popularmente Dioniso representa la emoción y el caos, características que contrastaban con las de
Apolo, dios del sol, que representaba la armonía, el orden y la razón. El contraste entre los papeles de estos dioses queda reflejado en los adjetivos apolíneo y dionisíaco, analizados por Nietzsche en El origen de la tragedia. Sin embargo, los griegos pensaban en las dos cualidades como complementarias: los dos dioses son hermanos, y cuando Apolo en el invierno se marchaba a la Hiperbórea dejaba el oráculo de Delfos a Dioniso. En el tímpano del oeste del gran templo de Delfos se esculpió el tiaso, que era la reunión de fieles que celebraban el culto a Dioniso. Este culto era una religión mistérica con un aspecto público y otro interior, reservado para los iniciados. (fuente: http://enciclopedia.us.es/index.php/Dioniso).

lunes, 15 de octubre de 2007

A propósito del vino Syrah, Shiraz o como te guste.

Soy incapaz de escribir dos renglones sobre este tema, así que copié un "enlatado" de http://www.welcomeargentina.com/vino/syrah.html. Personalmente me gusta tomar un Shiraz, Shiraz-Tannat o Shiraz-Malbec, todos de la bodega sanjuanina Callia en sus versiones Callia-Alta o Callia-Magna si es posible, mejor!
El origen del Syrah es bastante discutido y no está definido aún. La versión más difundida sostiene que es originaria de Shiraz, Persia y que tiene una antigüedad de 3.000 años.
Se dice que fue introducida en Europa a través del puerto Siciliano de Siracusa. Otra versión sobre su origen sostiene que proviene del sur de Francia.
Lo cierto es que este varietal posee fuertes taninos y es apto para la guarda prolongada en madera. Este vino de intenso aroma, sólido y austero, recuerda a especias como el clavo de olor, canela y pimienta, frutas como frambuesas, zarzamoras, higos y un dejo de chocolate amargo. Ligero y fresco, tiene una textura sedosa y un recuerdo prolongado en boca.
En nuestro país, esta variedad está teniendo una notable aceptación en la Provincia de San Juan. Marida muy bien con quesos maduros, pastas con salsas rojas, carnes, guisos y pizza. Racimo: tamaño medio a pequeño, compacto, con forma cilíndrica. Uvas: Granos elípticos de color negro-azulado de tamaño mediano. Película fina pero resistente. Pulpa jugosa y agradable. Maduración: madurez media.

HOY, UNA TARDE CUALQUIERA DE OCTUBRE

Cuando en veinte minutos en auto
estás contemplando cómo la vid es vida,

o cuando las montañas no se cansan de seducirte

con un baile de miles de soles y de sombras,y la vuelta se hace nostalgia pensando

que tal vez no es un mal lugar para morir.

(estas cepas parirán racimos de uvas que sangrarán shiraz en verano)

domingo, 14 de octubre de 2007

Robert Street, el Che y yo. (confesiones al Abad Giuseppe)

No podía comulgar esta mañana sin expiar mis culpas. Me arrodillé ante el confesionario y le dije:
“Padre Giuseppe, usted sabe que soy del 64 y Ernesto a esa altura había hecho en el Caribe algunas revueltas sin consultarme y alguien decidió que sus servicios turísticos cesaran en Bolivia. También por esos años Robert trabajaba para la Archer House, Inc, New York y la distancia no me permitía estar al tanto de sus logros literarios. Para que se diera ese encuentro hubo complicidad de mis viejos: unos delirantes setentistas y arriesgaría que sin saberlo, ausentes o casi.
Al momento en que sucedieron las cosas, uno era un inmigrante italiano de treinta y pico, tornero metalúrgico devenido en fotógrafo social y la otra, una maestra de labores retirada de casi treinta, bendecida como una laboratorista y comerciante de la fotografía. Esto fue a ese momento: después fueron mutando.
El encuentro sucedió Noviembre de 1973, en un comercio llamado Foto Yesik que estaba en la calle Mendoza 5488, barrio Azcuénaga, en la ciudad de Rosario. Cada vez estoy más convencido de que mis viejos conspiraron para que esa cita se diera. Fue un sábado al mediodía, como siempre cerraban el boliche hasta las cuatro o cinco de la tarde. Esa vez me quise quedar solo: había mucho por hurgar, no tenía muchas oportunidades (después comprobé que sí) de experimentar qué cosas se podrían lograr con mezclar los hiposulfitos, ácidos acéticos y cianuros del laboratorio fotográfico.
La segunda vuelta de llave al ingreso del local, un giro fatal de “abierto” a “cerrado” auspiciado por Fuji-Film y el bocinazo espantoso que eructó el 3CV amarillo huevo fue un “chau! no hagas quilombo!!”, me abrieron al mundo inexplorado e inesperado donde me junté con Ernesto y Robert. La cuestión es que los polvos químicos y don Daguerre quedaron para otra oportunidad.
El encuentro con Ernesto fue en el improvisado salón de retrato, que no era más que una piecita con un telón blanco de fondo y un banquito acolchado verde-odiado; un par de trípodes con una Cannon reflex y una Yashica; un paraguas pintado de plateado y tres lámparas de mil vatios con un pie inestable, que dos por tres pateaba y cortaba el hilito de tungsteno.
A un costado del salón descansaban apoyados unos a otros, desordenadamente en tamaños, un montón de retratos enmarcados, horribles, con marcos dorados y terciopelos rojos o verdes (seguramente parientes muertos, bebés tontos, para restaurar); algunos posters en chapadur que en esa época eran furor (Reutemann, Spinetta, Joan Manuel Serrat) y un cuadro (o eso parecía) celosamente envuelto en hojas de diario, recuerdo que eran de una edición de La Tribuna (después el tiempo me confirmó que para lo único que servía era para envoltorio).
Obviamente, cuanto más secreto era el secreto: más curiosidad curiosa; así fue que me llevé el cuadrito al escritorio principal del negocio que era una suerte de mostrador de atención al público y me dispuse a buscar la herramienta de apertura del envoltorio que fuera la menos agresiva, o que dejara menos huellas de una violación casi consentida. Fue así que cajones y cajones, trinchetas, cortapapeles y tijeritas de todas las formas me llevaron a otro envoltorio muy escondidito la fondo del último cajón del lado izquierdo. Oh, la-lá!! Aproveché y puse ambos secrets sobre el escritorio y así se dio.
Uno era un retrato en tinta china negra del Che Guevara que para mi, a mis ocho años me resultó imponente, en esa postura que ahora es una imagen famosa que los pendejos llevan en las remeras y tatuajes, y las pendejas hasta en las tanguitas. Era una época difícil: tercer gobierno de Perón; meses atrás había sido la matanza de Ezeiza; un efímero gobierno del Tío Campora; el asesinato de Rucci; izquierdas y derechas, armadas y desarmadas cruzadas mal. Me impregné esa imagen: volví los pliegos a su lugar, pero dudo que no se hayan enterado mis viejos de ese encuentro. Para mí que me dejaron a conocerlo así.
El otro bultito envuelto en papel de regalo pero al revés. Un libro de Robert Street, llamado "Técnicas Sexuales Modernas", de Editorial Paidos. Por Dios, mamita!! Recuerde -por ventura- que yo transitaba mis nueve añitos, final de cuarto grado. Imagínese que todo era teoría para mí, algunas cosas (poquitas) las sabía, otras las aprendí y otras tantas no las entendía (lógicamente). La cuestión fue que el librillo volvió a su lugar como si nada hubiera pasado: pero sin dejar de frecuentarlo. El tiempo hizo lo demás, como nos pasó a todos. Hoy me debo un retrato del Che, me voy a poner en campaña para conseguirlo, en tinta china negra si es posible. En cuanto al libro del apóstata Robert Street: lo tengo en mi biblioteca y me cago de risa cada que lo hojeo. Cada uno: el Che y Bobby, aportaron lo suyo.”
Y el Abad Giuseppe me respondió como para que todos lo escucharan: -Figlio mio, io ti absolvo!!- y por debajo, despacito me agregó - Yo te consigo el retrato del Che, pero préstame ese libro!!!!!!! – Y calló.

( Album de familia )

En esta foto están mis primos Santiago, Linda y Jessica,
cansados después de una bicicleteada por el parque.

Este es Mauri con sus compañeros de clase, recontento el día que se recibió de ingeniero nuclear, ahora trabaja en Syllicon Valley.

Este es Jonathan y su personal trainer Yopo en la puerta de su casa en el country Los Huarpes
Alicia siempre se destacó por su lomo, en esta foto desfila en una fiestita del cole. La negra posó como Miss Zambia.

El tío Juan Carlos no puede dejar el vicio, acá esta en pleno show por Pasco Street, a la derecha detrás de él está Dieguito estrenando una falda multicolor.

Cacho, no me sacudís la manguera? (YPF: ¿qué hacemos?)



Non accontentarti di sopravvivere, devi pretendere di vivere in un mondo migliore, non soltanto sognarlo!