Potosí en quechua es Potojsi: "truena, revienta, hace explosión". Porque la historia del cerro no nace con la explotación de los españoles. Antes de la época de la conquista, el inca Huayna Cápac había deleitado sus ojos con el rojizo resplandor que se diferenciaba de las altas montañas. Sin embargo, en aquellos tiempos del inca, los magníficos metales no se arrancarían a la tierra sino para venerar a los dioses.
Cuentan las viejas historias que en cuanto los mineros indígenas clavaron las primitivas herramientas en los filones de plata, una voz en quechua brotó de las oscuras profundidades de la tierra con una profecía o una maldición: "No es para ustedes; Dios reserva estas riquezas para los que vienen del más allá". Evidentemente, "Los que vienen del más allá" no tardaron en llegar...Los "adelantados", los capitanes de la conquista española se sucedían unos a otros junto a los buscadores de tesoros. El cerro , con sus cinco mil metros por sobre el nivel del mar, servía para hacer fluir la riqueza. Entre el 1503 y el 1660 se sabe que llegaron al puerto de Sevilla unos 190 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América. Sin embargo, la Corona española estaba hipotecada: debía destinar por adelantado casi todos los cargamentos de plata a los banqueros, entre ellos a los Fugger, poderosisimos comerciantes que habían adelantado al Papa los fondos necesarios para terminar la catedral de San Pedro. Carlos V, el monarca español de mirada estúpida que había accedido al trono sin hablar una sola palabra castellana agotaba el tesoro de América en sus guerras religiosas. La "Santa Inquisición" privaría a España de hábiles artesanos, y así las cosas, moría la industria y hacia fines del 1700 la bancarrota española era total. Pero ésta, es otra historia. El siglo XVIII marca el principio del fin para aquella "economía de la plata" que había tenido como centro a la ciudad de Potosí. De su pasado esplendoroso, Bolivia sólo conserva ruinas de palacios, iglesias, y una estadística que nos habla de unos ocho millones de cadáveres de aborígenes. La más pequeña de las joyas que llevara un caballero engarzada en su escudo, valía mucho más de lo que ganaba un indígena en toda su vida de sometimiento a la "mita" ( situación de esclavitud del indio obligado a trabajar en las minas). Actualmente, Potosí es una ciudad pobre, llena de nostalgias y recuerdos de glorias pasadas donde el frío y las carencias la convierten en una herida sin cicatrizar, "una vena abierta de América Latina", al decir de Eduardo Galeano, el célebre escritor uruguayo. Porque desde las bocas de los cinco mil socavados que hicieron los españoles en el rico cerro Potosí se fue yendo su riqueza a través de los siglos para llenar las arcas de los extranjeros. Hasta el color rojizo que deslumbró a Huayna Cápac fue desapareciendo con las explosiones de dinamita que fueron haciendo descender la altura de su cumbre! Ya no queda plata ni llaves de plata pura para abrir las puertas del cielo en la ciudad del Potosí. ¿Quién sanará la herida abierta del hermano país latinoamericano?
(http://silvinademadrugada.spaces.live.com/Blog/cns!DF1CE7CC7F56B4B3!2031.entry)(Fuentes: "La ciudad única", de Jaime Molina; "Crónicas potosinas", de Vicente G. Quesada; "Las Venas abiertas de América Latina", de Eduardo Galeano)
Cuentan las viejas historias que en cuanto los mineros indígenas clavaron las primitivas herramientas en los filones de plata, una voz en quechua brotó de las oscuras profundidades de la tierra con una profecía o una maldición: "No es para ustedes; Dios reserva estas riquezas para los que vienen del más allá". Evidentemente, "Los que vienen del más allá" no tardaron en llegar...Los "adelantados", los capitanes de la conquista española se sucedían unos a otros junto a los buscadores de tesoros. El cerro , con sus cinco mil metros por sobre el nivel del mar, servía para hacer fluir la riqueza. Entre el 1503 y el 1660 se sabe que llegaron al puerto de Sevilla unos 190 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América. Sin embargo, la Corona española estaba hipotecada: debía destinar por adelantado casi todos los cargamentos de plata a los banqueros, entre ellos a los Fugger, poderosisimos comerciantes que habían adelantado al Papa los fondos necesarios para terminar la catedral de San Pedro. Carlos V, el monarca español de mirada estúpida que había accedido al trono sin hablar una sola palabra castellana agotaba el tesoro de América en sus guerras religiosas. La "Santa Inquisición" privaría a España de hábiles artesanos, y así las cosas, moría la industria y hacia fines del 1700 la bancarrota española era total. Pero ésta, es otra historia. El siglo XVIII marca el principio del fin para aquella "economía de la plata" que había tenido como centro a la ciudad de Potosí. De su pasado esplendoroso, Bolivia sólo conserva ruinas de palacios, iglesias, y una estadística que nos habla de unos ocho millones de cadáveres de aborígenes. La más pequeña de las joyas que llevara un caballero engarzada en su escudo, valía mucho más de lo que ganaba un indígena en toda su vida de sometimiento a la "mita" ( situación de esclavitud del indio obligado a trabajar en las minas). Actualmente, Potosí es una ciudad pobre, llena de nostalgias y recuerdos de glorias pasadas donde el frío y las carencias la convierten en una herida sin cicatrizar, "una vena abierta de América Latina", al decir de Eduardo Galeano, el célebre escritor uruguayo. Porque desde las bocas de los cinco mil socavados que hicieron los españoles en el rico cerro Potosí se fue yendo su riqueza a través de los siglos para llenar las arcas de los extranjeros. Hasta el color rojizo que deslumbró a Huayna Cápac fue desapareciendo con las explosiones de dinamita que fueron haciendo descender la altura de su cumbre! Ya no queda plata ni llaves de plata pura para abrir las puertas del cielo en la ciudad del Potosí. ¿Quién sanará la herida abierta del hermano país latinoamericano?
(http://silvinademadrugada.spaces.live.com/Blog/cns!DF1CE7CC7F56B4B3!2031.entry)(Fuentes: "La ciudad única", de Jaime Molina; "Crónicas potosinas", de Vicente G. Quesada; "Las Venas abiertas de América Latina", de Eduardo Galeano)
Y así estamos, entre cadáveres caminantes sin futuro y escrutinios manejados a los empujones.
ResponderBorrarEntre pibes con el cerebro dinamitado por el paco y enfrentamientos de pobres contra pobres.
La misma miseria, la misma explotación, la misma muerte... pero qué lindo quedó Puerto Madero, che... dicen los turistas de la realidad, con la visión opacada por sus vidrios polarizados.
La corto acá porque me conozco, y presiento que en cualquier momento se me va a salir la cadena...