martes, 25 de noviembre de 2008

Muriendo un 25

Cada uno de todos los días del año de todos los años que transito puede ser recordado como el día de mi muerte, mientras no lo viva y le quite oportunidades al final. Es como que cada día que pasa la muerte pierde una chance de hacerme suya y esa frustración la hace más irascible. Me puedo morir un 25 de noviembre de uno, dos, doce, veinte, pero no cien años. Será el 2009, 2010, 2020, 2028, pero no será en el 2108. Me pude morir este 25 de noviembre desde que empezó el día o también lo pude hacer en cualquiera de esos cuarentitrés 25 de noviembres anteriores. No me morí el 24 de noviembre de 2008, ni siquiera el 25 de noviembre del 2008 a las 20 horas. Me puedo morir todavía este 25 de noviembre y para eso la muerte se tiene que apurar porque le quedan menos de cuatro horas. Vengo practicando hace ya más de veinte años un asesinato con la fuerza de la mente pero no me sale; y eso que más de varios me han advertido que no le desee la muerte a nadie; será que no es mi fuerte acabar con la existencia de los demás por medio de la telequinesis pero parece ser que con otros funciona sino tendría que considerar estériles las recomendaciones de mis amigos para no forzar mis malos pensamientos. No prometo volver a intentarlo. Creo que disfruta conmigo viéndome desearla, deseársela o deseármela. Cuando sonríe, me preocupo. Cuando llora, la gozo. El día que llore y goce con ella, no estaré para contarlo.

Non accontentarti di sopravvivere, devi pretendere di vivere in un mondo migliore, non soltanto sognarlo!