jueves, 28 de febrero de 2008

No estaré el año próximo, será hasta el 2012.

El 29 de febrero no es cuestión anual. Leí por ahí que la razón de esta particularidad está estrechamente vinculada a la imperfección de nuestro calendario (no somos nada) ya que el año bisiesto existe como una corrección para un problema de exactitud matemática-estelar. Un año calendario se define como el período de tiempo que tarda la tierra en dar una vuelta completa alrededor del sol. En términos terrestres, este período es de aproximadamente 365.25 días (no lo calcule yo). Así que, esos 0.25 días adicionales se van acumulando, y al cabo de cuatro años, ya suman un día completo adicional. Con el tiempo, alguien con peso en el poder terrenal decidió utilizar los años con cifras divisibles entre cuatro (por eso el bisiesto anterior fue 2004 y el próximo es 2012), y a estos años se les incluye el día adicional para compensar por esta variación. Es decir, el presente 29 de febrero. Encima de esto, el año no dura exactamente 365.25 días, sino 365.242216 días. Esta pequeña diferencia va acumulando un error adicional a través de los siglos, por lo cual existe una regla adicional para los años bisiestos. De todos los años divisibles entre 100, ninguno es bisiesto, a excepción de los que son divisibles entre 400 (esta fue la razón por la cual el año 2000 si fue un año bisiesto).

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