Patricio murió en el viaje y lo dejé abandonado (bueno, más recostado contra una columna) en un oscuro segundo subsuelo de cocheras sobre la Avda. Arlegui. No daba para más. Todo empezó tarde y mal -como siempre- en una playa como a 20 km de nuestro hotel. Mucho mar. Su imagen era la mejor y el momento no podía ser superado por nada en el mundo. Mi papá no podía soportar la idea de que yo me volviera loca con este ejemplar, por Dios! como para no estarlo! El -o sea mi padre- qué podía saber de mis sentimientos: pero no; para él no era normal comenzar algo así. Discutimos. Patricio se subio conmigo al auto. Busqué todos los motivos para que estuviera conmigo. Pasamos lo mejor en esas pocas horas; no puedo describirlo; imaginense por favor!. Pero los equinodermos no viven mucho tiempo fuera de su mar! Lo recordaré como la mejor estrella de mar que conocí en toda mi vida.(último testimonio gráfico de Patricio; en Totoralillo, Coquimbo, Chile, el Enero 23 de 2008, por mi Papá)
Guau! Genial...me gusto mucho!
ResponderBorrarUn beso