Me preguntan algunas cosas y detrás de un velo poco creíble respondo en boca del viejo abad Giuseppe:
“ Hay quienes podrán celebrar a la droga como la gran musa de la literatura, la llave de cualquier arte, pero no es mi caso. No soy literato ni les doy mucha bola a las musas. No basta con saber que las drogas abren las puertas de la percepción, como pregonaba Aldous Haxley." Y el abad respiró.
"Creo que es necesario tener el criterio suficiente, la madurez, el temple, el carácter o la fuerza de voluntad de cerrarlas a tiempo. A lo sumo habrá quien le pegue un vistazo y decida pasar el rato, como el que se sube a la montaña rusa o se sacude en la coctelera. No darle, nunca, mayor importancia. Desde tiempos remotos se sabe que las drogas inician, producen una revelación, pero su trato asiduo embrutece. Hacen ver las cosas como deberían ser a quienes no soportan “el realismo que descalabra”, que decía un perdido escritor. " Y el abad inspiró.
"Sin embargo, las cosas son lo que son y seguirían siéndolo aunque todo el mundo fuera puesto ahí por siempre. El tipo que usa las drogas quiere deformar el mundo, pero el mundo lo ignora y al final le pasa por encima, lo aplasta. Un escritor, un periodista, un bloguero, un artista drogados no son mejores que eses mismos escritores, periodistas, blogueros, artistas sobrios. " Y el abad aspiró.
"El alcohol, que es nuestra droga más banalizada, la que más ha perdido su origen trascendente, ha sido el responsable directo de la destrucción de más escritores: casi tanto como las mujeres!!! Jajajaja!! No soy quien para sentenciarlo, pero sí un ladrón de ideas y oí decir al respecto que lo peor que le puede pasar a un escritor con predisposición al escapismo, igual que al jugador, es tener la suerte del principiante. Si tiene la mala suerte de crear una buena obra tomando drogas, asociará su talento con ellas, las adorará y se acabará sacrificando. Es el viejo asunto de vender el alma al diablo. El diablo, claro, lo lleva uno dentro; algunos llevamos a Mefisto en el Arcón. La droga, para el escritor, debería ser un trámite, un rito de iniciación, como lo era en Eleusis para los griegos, pero nunca una costumbre." Y el abad meditó.
"El que se acostumbra trata de poner al diablo a su servicio, pero es inútil, el diablo es más inteligente: la banca siempre gana. Pueden decirse los que se dedican al oteo de los volados que un escritor que conoce las drogas es un escritor más completo. Pero tampoco mucho. Toda experiencia es buena y el escritor necesita antecedentes que le hagan sentir que forjan su sensibilidad". Y el abad expiró.
Te dejo mis saludos, y vuelvo más tarde para recoger tu post (las prisas y las obligaciones me hacen posponer los buenos momentos)
ResponderBorrarSaludos.