A propósito del 12 de octubre, leí por ahí que José Saramago volvió a reivindicar recientemente su idea utópica de una República de Iberia, como solución política a los conflictos de España y Portugal. Una vieja idea que ya desarrollaba en su novela “La balsa de piedra”, (y que tiene sus adeptos en Portugal).En “La balsa de piedra” una grieta se abre espontáneamente a lo largo de los Pirineos, lo que provoca la separación de la Península Ibérica de Europa, y la transforma en una isla flotante que la lleva hasta el medio del océano Atlántico, a mitad de camino entre Europa y los Estados Unidos de América. Europa arrepintiéndose de haber aceptado a España y Portugal en la Unión Europea, y los Estados Unidos abriendo los brazos a Iberia como un nuevo estado norteamericano más. Pero Iberia, después de rotar varias veces sobre sí misma, se gira hacia el sur, hacia una nueva utopía, el encuentro cultural de los dos pueblos peninsulares con los pueblos del Sur del otro lado del Atlántico. Una utopía política.
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