Sentimos que era el momento de dejar de amarnos por unos instantes; entonces contemplamos abrazados y en silencio el enorme manto carmesí que anunciaba otra muerte más de ese interminable día. Como si supiéramos que la muerte estaba cerca, nos deseamos profundamente vivir esos momentos como los últimos de nuestras vidas. Y volamos como si nuestro espacio fuera infinito y domináramos el tiempo. Y seguimos volando. Qué paradoja del destino volar llenos de vida, la sangre que nos fluye y un manotazo torpe de cualquier estúpido nos revienta la ilusión de un futuro felíz! No importa, los mosquitos somos así, aventureros y locos!